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Maderas Sueltas

No habrá soles
en estas palabras
ni novedades.
Ni nada original
en cuanto a forma o contenido.

No habrá soles ni satélites ni estrellas.

Estas palabras
quizá ya han sido escritas.
Estas palabras
podrían haber sido escritas
por cualquier hombre.


1. Del árbol caído

Un hombre
anónimo
actor secundario
sujeto de los verbos
despojado de sus vínculos
desatado de sus raíces
entre en escena.

Un hombre lleno
de despechos y deshonras,
de aprendizajes y fianzas,
de derrota, renuncia y olvido,
de semen, sangre y sudor,
de ilusión, desengaño y memoria,
de uñas, pelos y dientes,
debilidades y desiertos.

Detrás de las sonrisas
pastan párpados pensativos
y las palabras mansas estallan.

Hambre, sol, sueños periódicos,
vastos y amarillos jardines de tiempo,
hexágonos y curvas durmiendo
en tallos clandestinos.

Madre noche,
hermana humedad,
padre reloj,
hermanos judas espejos.

Detrás de las páginas
duermen ecos ciegos
y las palabras fracasan.

Del árbol caído
sólo queda el silencio.


2. Habla el viento

Ya no puedo escuchar
ciertas canciones
ni andar tranquilo
por algunas calles.

No puedo contemplar en paz
plazas y ocasos
sin que me asalten
las ganas de echarme a llorar
como un chico.

Ya deploro
las siestas eternas,
ya arrastro placeres
contaminados de recuerdos.

Ya no me duele
llevar la cuenta,
rumiar el miedo.
Y cuanto más lejos,
más difícil.

Cada vez todo es más.

Y ahí,
a mano,
siempre poderosa y latente,
la posibilidad,
obviedad,
casi necesidad
de autodestrucción.


3. Perro

Una mano sobre el piano
invisible
y la otra en el cigarro
sabihondo, ceremonioso.

La habitación
oliendo a útero,
la siesta sábana tibia
y el sol
apenas o casi sol.

Vivir así, hombre
lejos de las voces.

Las manos descansando
sobre la guitarra adusta,
acústica,
limitándome a soltar
acordes graves, gesticulantes
que se cuelgan arañando el aire
y se esparcen, humedeciendo el espacio.

El mundo
un inmenso patio
ajeno, blando
y arriba arriba bien arriba
el sol.

Desenredar mi piel
para salir, salir,
ansiar y beber la luz,
ansiar salir,
desenredar la luz.

Bostezar, bostezar,
ser nube, cielo, aire
y calcar
dibujos de casas
con techos a dos aguas
y flores gigantes y regalárselos
a mi primera novia.

El mundo un inmenso patio
lleno de árboles esbeltos,
lleno de estribillos
blandos, ajenos
y arriba, bien arriba de la tarde
el tibio, mi tibio sol.

Esas son las cosas
que me hacen vivir,
estrictamente vivir.

Así,
corriente abajo
dejarme vivir.
Sencillamente
dejándome vivir

hombre corriente abajo.

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