construí este poema.
Ahora que estoy solo
el tiempo ya no me interesa,
ahora que estás lejos
mi tristeza halló al fin una explicación.
Mis versos encontraron
un rincón para llorar:
me veo enfrentado con una verdad
de rostro demasiado visible, me veo obligado
a componer odas mínimas y elementales.
La sombra de la parra proyectada contra la
ventana,
las horas pendientes que me alcanzan
y la fidelidad del crepúsculo:
nada de esto es mío, nada
me pertenece y soy
un extraño con todo,
un fantasma,
sin no puedo encerrarlo
en el cuenco de mis labios
y traspasarlo a los tuyos.
Hoy llovió y yo salí, al menos
para renovar el antiguo ritual
de caminar bajo la lluvia,
y con la tierra y el agua de mis zapatos
amasé este poema, que tampoco
se reconoce en su destino.
Deploro esta realidad que me arrastra
a ser tan vulgar y tan simple. Lloro
porque te extraño y te amo
incorruptiblemente,
porque siento que no he progresado
en absoluto, porque entiendo
que he descendido en abstracto.
Quisiera con toda mi alma
necesitarte menos.
Hoy más que nunca
lamento no ser
tan distinto de mí como esperaba.
Bahía Blanca, Enero de
2002
Foto: Natalia Buch
Foto: Natalia Buch
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