dos hombres han conversado un tarde:
uno buscó una definición fantasmal
y el otro quiso desentenderse
del tiempo, que es el animal
que los devoró a los dos.
En las pobres construcciones de la memoria,
los hombres y los lugares son
apenas accidentes, apenas
paréntesis rengos
en una historia ciega.
Padres adoptivos,
hijos naturales,
híbridos mezclándose
en un juego de aristas duras,
de almas marcadas.
Oscuros hombres y oscuras mujeres
entreverándose en rincones
domésticos y trágicos.
Al final, la vida
es bastante elemental
en el llano de los hechos.
Respirar, comer,
andar, tal vez amar,
construír y destruír tanto,
y a fuerza de fallar,
entender
que cualquier orden es increíble,
que el tiempo es una esfinge oxidada,
una bestia tartamuda y distraída
hablando sola.
Hoy es lunes por la mañana
en mi barrio, hoy
juro que me da una mezcla
de felicidad y tristeza
mirar
a dos viejos conversando.
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