entre tu ombligo y tu lengua
donde las mañanas
deben tener un sabor
cálido, húmedo, transparente.
Hay un sitio
justo entre tus cejas
en el nacimiento de tu nariz
donde quiero sembrar
pensamientos acordes
con este sol en mi menor
fluyendo de mis membranas.
No sé después, pero antes
del final, quiero
sentarme ahí a pensar
y pensarte,
amada aún innominada
a la que por fuerza poética
llamaré Laura.
Laura, los días
son puentes hacia vos...
Hay un lugar
justo entre tu lengua y tu ombligo
donde se mezclan oasis y desiertos
y descansan
salvajes corrientes de agua.
Después no sé,
pero antes,
quiero acostarme ahí
y dormir
hasta bien alta la mañana...
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